Un famoso pintor realizaba una obra en donde uno de sus personajes centrales se vestía con ropajes amarillos. Ansioso por querer lograr ese color intenso como los de Rubens y el Veronés decidió ir al Museo del Louvre para observar de los maestros. Acostumbrado a tomar el coche cabriolé junto a la plaza Blanche, en Montmatre, se dirigió allí presuroso rumbo al museo. De pronto le pidió al cochero de costumbre que se detenga, bajó observó y le indicó que regresara. Esta anécdota que Charles Blanc cuenta en su libro Grammaire des Arts du Dessin trata de Delacroix. El cual al tomar el cabriolé amarillo de su cochero Jaques observó de casualidad que la sombra que proyectaba era de color azul violáceo y que eso tornaba al coche amarillo más intenso y luminoso. Si las leyes de Chevreul en acción. El complementario que resalta al primario
Una casualidad muy beneficiosa
